Hace cinco años, la ciudad de Santa Fe comenzaba a morir…
Hace cinco años, el tercio de los santafesinos se veían directamente afectados por la entrada de agua en sus casas, en sus piezas, cocinas, camas, armarios, comercios…
Hace cinco años el desborde del río salado inundó los corazones de miles de personas…
Helicópteros sobrevolando la ciudad, lanchas y piraguas navegando por las calles inundadas, hombres en los techos de sus casas completamente tapadas por el río, mujeres con sus hijos huyendo de los barrios, bronca por ver al Hospital de Niños bajo agua, llantos por haber perdido todo…
Frío, mucho frío.
“Fue una Tragedia Natural”, se dijo. Y la dirigencia de turno se encargó de convencer a los ciudadanos santafesinos. Acaso ¿Fue natural que se haya inaugurado la obra del cordón de defensa del Oeste y se hayan olvidado de unir tan solo 15 metros?, ¿Fue natural que ningún funcionario en ese momento, haya sido advertido sobre las intensas lluvias que se venían produciendo en la cuenca del Río Salado? ¿Es natural que se hable de un hecho inusual, cuando la Ciudad de Santa Fe se encuentra ubicada en el Valle aluvial del Salado y el Humedal del Río Paraná?
El agua no entró de improvista, el agua entró por la desidia e ineficiencia de quienes, en teoría, debían representar al pueblo, para eso se los eligió, para eso cada persona con su cabeza y corazón optó por ponerlos al frente de La Capital de Santa Fe. Evidentemente, una vez más, en nuestro país los gobernantes olvidaron de conducir hacia el bienestar a su pueblo. La Inundación de 2003 es lamentablemente, otro podrido ejemplo.
Ya han pasado 5 años y no hay ningún responsable político por dicha tragedia. Los “amiguismos” entre los principales culpables y la trama tejida por jueces y fiscales, han hecho que nadie cumpla condena.
Mientras tanto, la gente de la Marcha de las Antorchas, cada martes sigue yendo a la Plaza de Mayo para reclamar JUSTICIA. Hecho que deberíamos hacer todos o por lo menos las personas que creemos que un mundo sin corrupción e impunidad es posible. Lamentablemente, debo decirles que el agua del Salado nos llegó a todos.
Memoria, Lucha y Justicia Para que NUNCA MÁS se vuelva a repetir un genocidio como el acontecido en Abril y Mayo de 2003.
Perdón, me retracto. Es que lamentablemente el agua volvió a inundar la Ciudad en 2007. Pero, a diferencia de 2003, la dirigencia en ésta oportunidad “olvidó” comprar el nº de bombas suficientes para desagotar el agua pluvial. La historia se repitió dos veces por dos gobiernos totalmente inundados de irracionalidad, corrupción e ilegalidad.
Entonces, para que no se vuelva a repetir por 3º vez es necesario mantener vivos los recuerdos y continuar con las banderas en alto que reclamen hasta el fin “Juicio y Castigo a los Culpables”.
Hace cinco años, el tercio de los santafesinos se veían directamente afectados por la entrada de agua en sus casas, en sus piezas, cocinas, camas, armarios, comercios…
Hace cinco años el desborde del río salado inundó los corazones de miles de personas…
Helicópteros sobrevolando la ciudad, lanchas y piraguas navegando por las calles inundadas, hombres en los techos de sus casas completamente tapadas por el río, mujeres con sus hijos huyendo de los barrios, bronca por ver al Hospital de Niños bajo agua, llantos por haber perdido todo…
Frío, mucho frío.
“Fue una Tragedia Natural”, se dijo. Y la dirigencia de turno se encargó de convencer a los ciudadanos santafesinos. Acaso ¿Fue natural que se haya inaugurado la obra del cordón de defensa del Oeste y se hayan olvidado de unir tan solo 15 metros?, ¿Fue natural que ningún funcionario en ese momento, haya sido advertido sobre las intensas lluvias que se venían produciendo en la cuenca del Río Salado? ¿Es natural que se hable de un hecho inusual, cuando la Ciudad de Santa Fe se encuentra ubicada en el Valle aluvial del Salado y el Humedal del Río Paraná?
El agua no entró de improvista, el agua entró por la desidia e ineficiencia de quienes, en teoría, debían representar al pueblo, para eso se los eligió, para eso cada persona con su cabeza y corazón optó por ponerlos al frente de La Capital de Santa Fe. Evidentemente, una vez más, en nuestro país los gobernantes olvidaron de conducir hacia el bienestar a su pueblo. La Inundación de 2003 es lamentablemente, otro podrido ejemplo.
Ya han pasado 5 años y no hay ningún responsable político por dicha tragedia. Los “amiguismos” entre los principales culpables y la trama tejida por jueces y fiscales, han hecho que nadie cumpla condena.
Mientras tanto, la gente de la Marcha de las Antorchas, cada martes sigue yendo a la Plaza de Mayo para reclamar JUSTICIA. Hecho que deberíamos hacer todos o por lo menos las personas que creemos que un mundo sin corrupción e impunidad es posible. Lamentablemente, debo decirles que el agua del Salado nos llegó a todos.
Memoria, Lucha y Justicia Para que NUNCA MÁS se vuelva a repetir un genocidio como el acontecido en Abril y Mayo de 2003.
Perdón, me retracto. Es que lamentablemente el agua volvió a inundar la Ciudad en 2007. Pero, a diferencia de 2003, la dirigencia en ésta oportunidad “olvidó” comprar el nº de bombas suficientes para desagotar el agua pluvial. La historia se repitió dos veces por dos gobiernos totalmente inundados de irracionalidad, corrupción e ilegalidad.
Entonces, para que no se vuelva a repetir por 3º vez es necesario mantener vivos los recuerdos y continuar con las banderas en alto que reclamen hasta el fin “Juicio y Castigo a los Culpables”.
Salomé 3º de Com. Soc
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INUNDACIÓN
El río trajo troncos y lúbricos helechos:
la creciente mantuvo mi memoria anegada.
La inundación es gris. La niebla húmeda nada
entre ruinas y patos y lúgubres desechos.
Mundos rotos, barcazas, heridas en el pecho
del río, y un olor como a selva concentrada;
un hedor incipiente y una aguda parvada
de gritos en la cumbre del paisaje maltrecho.
Tiembla un dolor de siglos en las aguas impuras
que arrancaron raíces y carcomieron tumbas
que ahogaron yeguas, potros, jardines y espesuras.
Hay un salmo en el viento y un soplo de amargura
y donde antes fluía el licor de las rumbas
sólo queda el gemido donde el aire supura.
Efraín Bartolomé
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